El día se precipito sobre mí

El sabor de un cortado para llevar y un compañero intoxicante apandillados en una escalera fría de granito, un trío particular tratando de ver más allá de lso tristes muros, sobre ellos el viento balancea las preguntas de almohada que inquietan a plena luz del día.
El cielo amenaza, parece turbador su susurro, quiere llorar a gritos pero permanece sedado como esperando el momento ideal, mientras tanto a mis pies un perro negro agita su cola provocando un instante de olvido.
La mañana comenzó antes que el gallo martille el brote del alba, un viaje épico entre una multitud de rostros indiferentes, escaleras y puertas señaladas con apellidos coronados, cada nivel un desconcierto, cada puerta que se abre se cierra abriendo otra duda.
La espera se torna melancólica y no puedo quitar de mi mente una pequeña sonrisa de pasillo y luego... llovió.